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    Enfermedad de Parkinson

    Dependemos de nuestros cerebros para cada movimiento que hacemos, ya sea escribir, caminar, hablar o incluso dormir. Pero un trastorno cerebral grave, como la enfermedad de Parkinson, puede robarle a una persona la habilidad de hacer tareas cotidianas que muchos de nosotros damos por sentadas. La enfermedad no tiene cura, pero hay tratamientos que pueden ayudar.



    Los científicos de los Institutos Nacionales de Salud que desarrollan una prueba rápida y práctica para el diagnóstico temprano de enfermedades priónicas han modificado el ensayo para ofrecer la posibilidad de mejorar el diagnóstico temprano de la enfermedad de Parkinson y la demencia con cuerpos de Lewy. Foto: National Institute on Allergy and Infectious Diseases, NIH


    La enfermedad de Parkinson empeora gradualmente con el tiempo. Los primeros signos podrían pasar desapercibidos. los movimientos de una persona podrían cambiar de manera sutil. Podría notar que está más lento o rígido, o que tiene dificultad para caminar o mantener el equilibrio.

    El rostro de una persona podría perder expresividad, o su caligrafía podría volverse pequeña y apretada. Al final, estos cambios pueden tornarse más graves e interferir con la vida cotidiana.

    Dormir, pensar, comer, hablar, oler y tomar decisiones podría hacerse más difícil. A medida que la enfermedad empeora, los síntomas pueden volverse difíciles de controlar.

    La enfermedad de Parkinson suele aparecer después de los 50 años, pero también puede manifestarse antes.

    La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo, es decir, que las células cerebrales de a poco van fallando y mueren. La enfermedad daña las células del cerebro que producen una sustancia química llamada dopamina. La escasez de dopamina resultante provoca los problemas con el movimiento característicos de la enfermedad de Parkinson.

    Si bien los investigadores todavía no entienden qué causa la enfermedad, es probable que los genes tengan algún papel en su desarrollo. Se ha relacionado una cierta cantidad de genes al riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson. "Profundizar más en la genética de la enfermedad nos está dando indicios sobre la biología subyacente", dice la Dra. Beth-Anne Sieber, experta de los NIH sobre la enfermedad de Parkinson.

    Pero los genes son solo una parte del asunto. Los científicos financiados por los NIH buscan otros factores que podrían contribuir a la enfermedad. Un objetivo de esta investigación es descubrir nuevos objetivos a los que los medicamentos puedan apuntar a fin de ralentizar el avance de la enfermedad.

    Si detecta alguno de los signos comunes de la enfermedad de Parkinson, consulte a un profesional de la salud. Él o ella podrá derivarlo a un neurólogo, un médico especializado en el sistema nervioso. Un examen detallado y determinadas pruebas pueden ayudar con el diagnóstico.

    Para tratar el Parkinson, los médicos recetan combinaciones de medicamentos que regulan la dopamina en el cerebro. "Esto ayuda a que las personas tengan más libertad de movimiento y mejora los molestos problemas con el movimiento del Parkinson", dice Sieber.

    Un procedimiento quirúrgico llamado estimulación cerebral profunda es una opción para algunos pacientes. En este enfoque, se coloca un pequeño sistema similar a un marcapasos en las áreas del cerebro que controlan el movimiento.

    Las investigaciones realizadas sugieren que comer bien y hacer ejercicio podrían ayudar a reducir o retrasar los síntomas. Los científicos están estudiando cuánto y qué tipo de ejercicio puede ser más útil para mejorar la salud y la calidad de vida del paciente.

    Elecciones sabias

    La enfermedad de Parkinson afecta a todas las personas de manera diferente. Los síntomas comunes incluyen:

    • Problemas con el movimiento, como sacudidas o temblores, en especial en los dedos, las manos, los brazos o el rostro.

    • Rigidez, agarrotamiento o lentitud

    • Fatiga o problema para dormir

    • Problemas para estar de pie o mantener el equilibrio

    • Dificultad para hablar o elegir las palabras

    • Cambios en la caligrafía

    • Dificultad para realizar tareas simples o tomar decisiones

    • Incapacidad para detectar olores (Institutos Nacionales de la Salud)




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